domingo, 29 de enero de 2012

OjOs De CoNeJo

Se levanto esa mañana -otra vez- con ojos de conejo. Y a maquillarse de nuevo con quitaojeras la tristeza de la noche anterior. Quitangustias, tapapenas. Después se aturdió con la corrida propia de todas las mañanas.  Ese día, al fin de cuentas, volvería a ser como cualquier otro, lo sintió. Bueno, como cualquier otro anterior a Él. 


Pero cuando se sentó en su escritorio en el trabajo, eso seguía allí, ese revoloteo de pájaros en el pecho… ese estruje de papel que se quema, no había cedido. Fijó la vista casi sin poder controlarlo en el monitor, mirando sin ver.Se veía, en cambio, a sí misma como a una nena parada en medio de la calle, los autos pasándole, rozándole casi por delante y por detrás y ella allí inmóvil, sin poder reaccionar, sin poder mover las piernas y cruzar la calle para alcanzar la vereda opuesta (o retroceder y volverse). 

Se acordó de pronto de algo, en un salto de pensamiento como una asociación psicoanalítica: “pastillas para no soñar”… ¿dónde las venden?¿ dónde se compran?.
-‘En un rato tenemos reunión’.
-‘Que?’-dijo ella. 
 
Y el logo de Google apareció ante sus ojos.

2 comentarios:

  1. Qué buena metáfora --- ojos de conejo---

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  2. Me gustó lo de las pastillas para no soñar, me recordó esa frase de Santa Teresa que cita Capote en Plegarias Atendidas.

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