Treinta y pico
Y ella que
pensaba que las arrugas –sobre todo alrededor de los ojos, las archifamosas pata de gallo- eran lo peor: un “fibroma”. ¿Y por qué salen? -le preguntó, con ese insistente afán interrogatorio, con
ese espíritu nunca doblegado por sus años de diván de querer saber las cosas
hasta el final (porque bien sabia ella que eso era típico de su madre, el dedo
en la llaga: estar vomitando y que le enumerara la lista de comidas asquerosas
y mezclas de la semana, y si era posible, del mes entero).
-Bueno es por la edad, ¿vos cuantos años
tenías?
- treinta y pico…
-…después de los embarazos (¿?) y de los
treinta aparecen estas cosas.
-Humm..Pero yo no tuve embarazos..- contestó
pensativa. O sea que…
Fibroma = vieja, inmediatamente tecleó en cabeza apenas puso un pie en la vereda.
Bueno, y entonces los treinta y pico –pensó-además de cierta seguridad
económica, independencia, realización profesional, cierto refinamiento con las pilchas
y con la comida, con la literatura
(según su mejor amiga estaba demasiado snob ) traían fibromas. Salió del consultorio y ni ganas de ponerse
los auriculares. No por miedo, ya había pasado, psicoanálisis mediante, su
época de miedos irracionales a morir de, por ejemplo, una picadura de jején. No,
que va, no era eso; solo sintió que tooooodo
el espíritu joven, y las ganas de vivir,
vale aclarar, toda la energía que había logrado recuperar en esos dos últimas
días –después de su última catástrofe amorosa (o como quiera llamársele) se le había
ido al tacho en dos segundos…ufff; no,
no parecía lógico
tararear a Kevin Johansen por la calle
(otra vez, diciéndole- ‘que hacer con
tanta angustia por cosas no resueltas, con toda esta energía casi siempre mal
puesta ‘…¿Qué? Se lo estaba cantado a ella???) cuando sentía que caminaba
con un letrero en la frente que decía fibroma: te estás poniendo vieja..
Qué cosas hace la cabecita
con una simple palabrita, eh?
Por suerte llegó al trabajo y entró.