HoMbRe SeRiO ( fReUd tEnÍa RaZóN)
Paradito con su tapado negro en un ángulo del patio,
mira. Me mira de reojo. Sé que me mira aunque se esfuerce por evitarme. Pero no puede, el
diablo mete la cola. Me mira en ese no mirar, desde que salgo de la biblioteca
hasta que paso por detrás suyo y sigo
hasta donde están todas.
Lo sé; sé que relojea porque no para de hacerlo desde el día que fui
por primera vez a aquella premonitoria reunión.
Sabe que soy algo así como una
“bocanada de aire fresco” entre tanto olor a incienso y oraciones
murmuradas, que toda yo soy una provocación (muy a mi pesar): mis
colores están del lado opuesto de la paleta de colores aceptada( los grises,
blancos y negros) y mi melena sublevada
(más porque el pelo no me crece o me crece mal o por la humedad que por
intención) desafía, contrasta con las colitas de caballo, los peinados
correctitos del resto. Y además mi risa – “la
risa exagerada no es buena consejera”(sic) escucho para arrancar la mañana-
corta el aire denso como si despidiera cristalitos filosos. Y eso
obliga a mirar. Pero tiene la cabeza demasiado formateada como para hablarme
sin pensar que está ‘pecando’. O justamente, ¿ se sabe débil? Mejor no, ¿cuántos
padrenuestros costaría eso?.
Pero un día no aguanta más y en un segundo gira la cabeza y
me dice “Hola” y yo contesto “Hola” y sigo
caminando con sonrisa socarrona y triunfante
para mis adentros como si estuviera en una publicidad de shampoo.