domingo, 24 de febrero de 2013



BaiLe dE dIsFraCeS

Hace mucho que fantaseaba con ir a una fiesta de disfraces. Desde que era chica y me había disfrazado de indiecita (todavía tengo la sensación de la arpillera raspándome las piernas) no había tenido oportunidad de ninguno más.
 Ayer por fin tuve un cumpleaños.

Esta vez me disfrace de “española”, nada de convicción en la elección- pero el tiempo apremiaba- Es más, creo que no logré no ser yo. Porque sólo era yo pero  vestida de española y pintarrajeada de rojo  como corresponde  a una boca española.  Primera advertencia: aunque uno se disfrace para ser otro, también tiene que identificarse, un poco al menos, con ese otro. Yo siempre me quiero disfrazar de monja (atenti mi analista!), me gusta la idea de una monja fuera de contexto y que de pronto (encima) revolea el hábito y entra en un frenesí sin retorno. Otra vez será.

Segundo descubrimiento: conviene disfrazarse de algo que, pasadas las horas, uno no pierda la dignidad, se ven muchas medias caras, medios personajes, cansados del bailongo y el ajetreo que no sostienen el papel ni en un mínimo grado… y no me refiero al final de la fiesta…no sé explicarlo bien, es cierto desgano, cierta incordia por la ropa, la máscara y la pintura, como un lastre…tuve la sensación de un payaso triste, de un circo de barrio. No conviene disfrazarse de Minnie por ejemplo, porque corres el riesgo de terminar pareciéndote a la Mujer maravilla de la película “Felicidades” (esa es la imagen que quiero explicar!).
Sin embargo y con todo, lo anterior hasta puede ser lógico en un baile de disfraz, y ni siquiera quizás sea esto, sino que puede haber sido mi mirada, mi mirada de incordia, desgano y circo de barrio con leones flacos. No lo descarto. No le voy a echar la culpa a Minnie.
Pero para hacerme salir de estas cavilaciones por supuesto estaban ellas (digo ellas porque éramos mayoría de mujeres y porque además estas cosas son típicas en ciertos miembros de nuestro género): la batichica (SEXY), la odalisca (SEXY), la conejita de playboy (SEXY SEXY SEXY …….al infinito y más allá) y el /la angelita (SEXY obvio!).

 El angelito que bajó del cielo, como decía ella,merece un capítulo aparte; me hizo atravesar un cúmulo de sensaciones muy diversas: desde la condescendencia, pasando por la vergüenza ajena hasta la irritación que rozó con la furia. Con aires de señora que se desata en una noche de fiesta  - dejando en claro esto hasta el hartazgo, ella misma - y una liga en su pierna derecha (que hizo que la  dueña de casa, muy acertadamente le tirara “no entiendo que tiene que ver la liga con ser angelito?”, no pude escuchar bien la respuesta en medio de risotadas… siempre hay un abogado del diablo) la angelita no paró de hacerse la sexy con su marido toda la noche ni de posar para cualquier cámara, componiendo un medio perfil –siempre, claro está, mostrando a la lente la ‘pierna sexy ‘- e ingeniándoselas para levantarse el camisolín cortísimo que parece, según dijo, que era de cuando se casó.
Contonéandose al son de alguna música y con grititos  de admiración y arengadas de fondo hasta se animó a tirar “esto es mucho sexo, chicas, mucho sexo!”…lo raro fue la cara no muy coincidente del marido, que además cabe decir, ante el primer momento de abandono de su angelito, no perdió oportunidad de piropear (sí, digo, piropear, porque el piropo es propio de estos especímenes) a cualquier otra invitada…lo que pobre, hacía más patético al angelito. Ni que hablar de que cuando el angelito perdió de vista a su hombre y le dijo a batichica “te dije que me lo cuides, que no se escape!” (SIC).Justo en ese momento es cuando pensé ‘ya me saque las ganas de baile de disfraz’, pido gancho, basta para mí. Pero no, todavía faltaba el cierre del número “soy tu angelito sexy esta noche”: el angelito queriendo emular una chica de caño, improvisó un bailecito más parecido al movimiento de un gato que se refriega contra un palo que al de una chica experta en estos menesteres.
Y ahí, pensé, claro:  “mucho sexo, chicas, mucho sexo!