BaiLe dE dIsFraCeS
Hace mucho que fantaseaba con ir
a una fiesta de disfraces. Desde que era chica y me había disfrazado de
indiecita (todavía tengo la sensación de la arpillera raspándome las piernas)
no había tenido oportunidad de ninguno más.
Ayer por fin tuve un cumpleaños.
Esta vez me disfrace de “española”,
nada de convicción en la elección- pero el tiempo apremiaba- Es más, creo que
no logré no ser yo. Porque sólo era yo
pero vestida de española y pintarrajeada
de rojo como corresponde a una boca española. Primera advertencia: aunque uno se disfrace
para ser otro, también tiene que identificarse, un poco al menos, con ese otro.
Yo siempre me quiero disfrazar de monja (atenti mi analista!), me gusta la idea
de una monja fuera de contexto y que de pronto (encima) revolea el hábito y
entra en un frenesí sin retorno. Otra vez será.
Segundo descubrimiento: conviene
disfrazarse de algo que, pasadas las horas, uno no pierda la dignidad, se ven
muchas medias caras, medios personajes, cansados del bailongo y el ajetreo que
no sostienen el papel ni en un mínimo grado… y no me refiero al final de la
fiesta…no sé explicarlo bien, es cierto desgano, cierta incordia por la ropa,
la máscara y la pintura, como un lastre…tuve la sensación de un payaso triste,
de un circo de barrio. No conviene disfrazarse de Minnie por ejemplo, porque
corres el riesgo de terminar pareciéndote a la Mujer maravilla de la película “Felicidades”
(esa es la imagen que quiero explicar!).
Sin embargo y con todo, lo
anterior hasta puede ser lógico en un baile de disfraz, y ni siquiera quizás
sea esto, sino que puede haber sido mi mirada, mi mirada de incordia, desgano y
circo de barrio con leones flacos. No lo descarto. No le voy a echar la culpa a
Minnie.
Pero para hacerme salir de estas
cavilaciones por supuesto estaban ellas (digo ellas porque éramos mayoría de
mujeres y porque además estas cosas son típicas en ciertos miembros de nuestro
género): la batichica (SEXY), la odalisca (SEXY), la conejita de playboy (SEXY
SEXY SEXY …….al infinito y más allá) y el /la angelita (SEXY obvio!).
El angelito que bajó del cielo, como decía
ella,merece un capítulo aparte; me hizo atravesar un cúmulo de sensaciones muy diversas: desde la
condescendencia, pasando por la vergüenza ajena hasta la irritación que rozó
con la furia. Con aires de señora que se desata en una noche de fiesta - dejando en claro esto hasta el hartazgo, ella
misma - y una liga en su pierna derecha (que hizo que la dueña de casa, muy acertadamente le tirara “no
entiendo que tiene que ver la liga con ser angelito?”, no pude escuchar bien la
respuesta en medio de risotadas… siempre hay un abogado del diablo) la angelita
no paró de hacerse la sexy con su marido toda la noche ni de posar para
cualquier cámara, componiendo un medio perfil –siempre, claro está, mostrando
a la lente la ‘pierna sexy ‘- e ingeniándoselas para levantarse el camisolín
cortísimo que parece, según dijo, que era de cuando se casó.
Contonéandose al son de alguna
música y con grititos de admiración y arengadas
de fondo hasta se animó a tirar “esto es mucho
sexo, chicas, mucho sexo!”…lo raro fue la cara no muy coincidente del
marido, que además cabe decir, ante el primer momento de abandono de su
angelito, no perdió oportunidad de piropear (sí, digo, piropear, porque el
piropo es propio de estos especímenes) a cualquier otra invitada…lo que pobre,
hacía más patético al angelito. Ni que hablar de que cuando el angelito perdió
de vista a su hombre y le dijo a batichica “te dije que me lo cuides, que no se
escape!” (SIC).Justo en ese momento es cuando pensé ‘ya me saque las ganas de
baile de disfraz’, pido gancho, basta para mí. Pero no, todavía faltaba el
cierre del número “soy tu angelito sexy esta noche”: el angelito queriendo
emular una chica de caño, improvisó un bailecito más parecido al movimiento de
un gato que se refriega contra un palo que al de una chica experta en estos
menesteres.
Y ahí, pensé, claro: “mucho sexo,
chicas, mucho sexo!”