Centrífugo/ Centrípeto
En ese breve
tiempo ella se dio cuenta de lo genial que Él era, aunque él mismo no lo supiese, y aunque quizá no lo supiera nunca, o
lo supiera cuando ya no estuviesen juntos.
-Bueno, pero podés venir igual y leer mientras
yo hago mis cosas-dijo ella desde la cama.
-No–le contestó él sonriéndose…- para que yo pueda leer a Sartre mientras vos, por ejemplo hacés tus
cosas, debe haber pasado al menos, la mitad de nuestras vidas juntos.
Era verdad,
pensó. Pero el solo hecho de que ella se lo dijera y él contestara de esa forma
tan realista, tan lúcida significaba ya que
en ese corto e intenso tiempo juntos alguno
-o más bien ambos- había imaginado la escena tan naturalmente ...o, al
menos como algo posible y que, por lo tanto, pensó, iban demasiado rápido y que entonces, algo no
estaba donde debía estar. O nada.
Ese exceso de
raciocinio no estaba bien y ambos lo sabían. Como un movimiento de doble
sentido, lo mismo que los atraía, los repelía, centrípeto y centrifugo a la vez…¿quién
podía así?.
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