miércoles, 23 de noviembre de 2011


Centrífugo/ Centrípeto


En ese breve tiempo ella se dio cuenta de lo genial que Él era, aunque él mismo no lo  supiese, y aunque quizá no lo supiera nunca, o lo supiera cuando ya no estuviesen juntos.

-Bueno, pero podés venir igual y leer mientras yo hago mis cosas-dijo ella desde la cama.

-No–le contestó   él sonriéndose…- para que yo pueda leer a Sartre mientras vos, por ejemplo hacés tus cosas, debe haber pasado al menos, la mitad de nuestras vidas juntos.
Era verdad, pensó. Pero el solo hecho de que ella se lo dijera y él contestara de esa forma tan realista, tan  lúcida significaba ya que en ese corto e intenso tiempo juntos alguno  -o más bien ambos- había imaginado la escena tan naturalmente ...o, al menos como algo posible y que, por lo tanto, pensó,  iban demasiado rápido y que entonces, algo no estaba donde debía estar. O nada.
Ese exceso de raciocinio no estaba bien y ambos lo sabían. Como un movimiento de doble sentido, lo mismo que los atraía, los repelía, centrípeto y centrifugo a la vez…¿quién podía así?.

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