martes, 3 de enero de 2012




AuToBioGráFica
Tanto que maldije el dos mil once para finalmente encontrarme sintiendo que todo aquello que me hizo mal, me hizo bien. Año intenso: la lista encierra desde una mudanza arrancando el año hasta un nacimiento, el de mi tercera ahijada, en  diciembre. Dicen que mudarse es tan estresante como divorciarse o pasar por una muerte, que uno tiene la sensación de duelo. Doy fe. Pero además a mitad de año se ‘murió’ mi terapeuta, claro no literalmente, pero si para mi, otro duelo, del que me vine a enterar después. Todo esto enhebrado por una serie de amores, encuentros o como quiera llamársele que fueron a morir ahí nomás, ni bien estrenados. Seguidilla de ojos rojos con ojeras para ir al trabajo, junto con momentos de intensa alegría y plenitud: conocí personas extraordinarias que se incorporaron a  mi vida para siempre y que fueron esas perlitas que en este momento me hacen sentir que todo, aun el padecimiento, valió la pena. La pasión es una emoción que me guía. También lo confirme.  Aprendí muchísimo de todo esto. Pude distanciarme y verme. Que el que no hace, no ama, no arriesga, no se apasiona, no discute, no se enfrenta, no se rie, no se involucra:  no está vivo. Que entonces estoy feliz con mi vida, con sus muertes y nacimientos con los dolores y las pasiones. Me siento viva. Ojalá que el año que está llegando  - ya, ya tengo que dejar de escribir  e irme a la cena – redoble la apuesta.
 Amén.


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