Los velorios, una cuestión de (mi) familia
En mi familia
siempre hay algún velorio. Uno de esos que movilizan a toda la familia y
desatan una cadena telefónica infernal. (y muchas habladurías por que cómo a fulanita no se le avisó).Hacia
mucho que no pasaba, pero hoy volvió a pasar. Es más, escribo esto mientras me
preparo para ir uno (no es que sea una desalmada sino que es como un acto mecánico, al menos la previa): mi
mamá me llamó a las 7 a.m para decirme: “hay que ir” ..como si yo ya no lo
supiera, como cuando te vas a bañar y abrís la ducha y nadie te dice “abrí la
ducha” , se sabe…y así. En mi familia se
sabe que hay que ir.
Los velorios
en mi familia sí que pasan seguido y siempre vienen del lado de mi mamá, y casi
siempre se mueren de los mismo: el corazón; ella lo dice -casi orgullosa –“en mi familia todos mueren del corazón”. Esa máxima me persigue
como la voz de mi conciencia, ¿será parte de la tradición heredada?. De todas
maneras este año el encuentro con un caballero –más bien el posterior desencuentro
– me provocó “daños súbitos en el músculo
del corazón” ( en criollo y cien por ciento cursi: me partieron el corazón) y acá estoy: sobreviví. Ahora, cuesta menos sobreponerse
a esos desmanes que a los inquisidoras preguntas de mis tías y conocidas (si,
porque son las mujeres las que preguntan esas cosas, o las de mi familia): ¿ y vos nena, seguís “solita”? (nótese el diminutivo)o , “El otro día lo vi a..” inmediatamente
viene el nombre de tu ex y comentario
del tipo “ahhh! chico como ese no vas a encontrar”.
No si yo ya los sé, ni como ese –que no sería tanto problema porque por algo lo
dejé - ni ninguno!. … “¿y dónde era que
trabajabas vos? ¿Y cuántos te pagan ahí?”.
En cuanto te querés acordar estamos todas (yo también,
que horror!!) hablando a los gritos y a las carcajadas, y que dónde te compraste esa cartera y los zapatos y de vacaciones donde
te vas. Que al fin de cuentas no somos nada y la vida es una sola…
No?
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