viernes, 31 de enero de 2014

CoMo UnA tAcItA De PoRcElaNa eNtRe LaS mAnOs

Sostengo una tacita de porcelana entre mis manos. Con paciencia, con esmero.  Huele -me acerco, olfateo- a veces a jengibre y otras, otras  a nada. Sostenerla no me da trabajo, al contrario, me da calor,de tanto en tanto me entibia el alma . Soy consciente de su fragilidad o más bien de la  fragilidad del acto de sostenerla entre mis manos tanto tiempo. Qué sé yo. Pero la sostengo, es un acto de dedicación, de cultivar el deseo, en definitiva. Cierro los ojos, abro el pecho y me suspendo en el tiempo. Pero se sabe, no hay nada más vulnerable que una porcelana. La mínima distracción puede dañarla para siempre. Y así fue. Vos,infantil - y yo,  en un descuido imperdonable de mi parte-, la tiraste al piso. Te apurás en juntar los pedazos y hasta intentás recomponerla. Desde arriba, te miro entre triste y escéptica. Tomo la taza y la miro: perdió todo su candor. Las grises rajaduras del golpe le devuelven un aspecto ya extraño para mí.Ahora es algo tosco,  siempre a punto de quebrarse.

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