domingo, 25 de marzo de 2012

pEnDeViEjO

Son increíbles. Desagradablemente increíbles. Bien se les puede aplicar la máxima “antes muertos que sencillos”. Relojes y cadenas de oro en perfecta combinación. Si es de oro, que brille, mucho pero mucho y si es al sol, mucho mejor. Que el resplandor te deje ciega  si es posible y no los haga pasar desapercibidos, sobre todo, antes tus ojos .Ah porque la cosa es que se tiene que notar: se tiene que notar el oro, la marca se tiene que notar –por eso la chomba del lagartito nunca la llevan de un color sobrio…un durazno, un naranja veraniego un turquesa o un verde manzana dejan ver perfectamente una prenda de marca. Condición además para el contraste con el bronceado de cama solar o el que se compra en pomo. De todo, mucho. Que se note bien.

La vedette del pendeviejo es una cadena dorada en un pecho peludo e hiperbronceado que se adivina en la abertura, nada casual, de los primeros tres o cuatro botones de la camisa .Pinzados crudos –o en el peor de los casos, blancos- y las gafas espejadísimas, y por encima de la cabeza, infaltables. Completan el cuadro un cinturón de carpincho, unos zapatos que van desde el más horrible mocasín hasta el náutico ‘cancherisimo’,  y quizá, pero no siempre, un arito de strass.

Soy un madurito cincuentón pero en carrera eh, nena…parece decirte, cuando pasás frente  a alguno, toda esa parafernalia cuidadosamente montada,  esa mirada como proyectil hacia vos, como hacia cualquier otra;  pero eso sí, para ser objeto de la mirada de un pendeviejo tenés que ser joven. Porque a ellos, la mujer madura ya les parece fuera de carrera, les parece un fiasco, ellos ‘están para más’, para otra cosa ( que irreverentes por favor!). Lo peor es eso: el pendeviejo te mira desde que venís por la esquina hasta que terminás de pasar, sin decir nada (peor) solo acosando con esa cara de ‘acá estoy yo, miráme’.

Pendeviejos hay de muchas clases, pero éste está en el podio.

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